*Recorrer el afluente y dejarse llevar por las corrientes es un viaje espectacular por las altas montañas veracruzanas; es encontrarse con garzas, iguanas, mariposas coloridas y peces
Miguel Ángel Contreras Mauss
Córdoba, Ver.- Entre la niebla que baja de las montañas y el murmullo constante del agua, el Río Atoyac se abre paso como un espejo líquido que refleja la belleza natural de las altas montañas veracruzanas.
El entorno es exuberante: árboles centenarios, helechos gigantes, formaciones rocosas que han resistido siglos y un clima templado que hace del trayecto una travesía cómoda y estimulante. La selva abraza el río, y en ciertos puntos la vegetación forma túneles naturales que crean una atmósfera de cuento.
Recorrer en kayak el afluente es una de las experiencias más emocionantes y enriquecedoras que pueden vivirse en esta región, aún poco explorada por el turismo convencional.
El viaje comienza temprano, cuando la bruma aún cubre los cafetales y el aire fresco revitaliza los sentidos. Los guías locales, muchos de ellos jóvenes del municipio que apuestan por un turismo sustentable, ofrecen todo el equipo necesario: kayaks, chalecos, remos y la seguridad de quien conoce cada rincón del río. Al avanzar por el cauce, la corriente invita a dejarse llevar, a flotar entre verdes intensos, aves que cruzan el cielo y sonidos que parecen de otro mundo.
Durante el recorrido, es común encontrarse con garzas, iguanas, mariposas coloridas y peces que saltan cerca del kayak. El agua, fresca y cristalina en muchos tramos, invita a sumergirse en sus pozas tranquilas. Aquí el tiempo se detiene, el ritmo cambia, y la conexión con la naturaleza se vuelve absoluta.
Este tipo de actividades forman parte de una nueva forma de conocer Veracruz, más cercana, responsable y respetuosa. Además del recorrido en kayak, los visitantes pueden aprovechar para explorar senderos, visitar fincas cafetaleras, conocer cascadas ocultas y probar la cocina tradicional en cocinas comunitarias, donde el fogón sigue siendo el centro de la vida cotidiana.
Llegar a Atoyac es sencillo: desde Córdoba y Orizaba, el trayecto por carretera toma menos de una hora. Sin embargo, al estar allí, el visitante tiene la sensación de haber llegado a un mundo distinto, uno donde la naturaleza marca el ritmo y lo esencial cobra sentido.
El río Atoyac no es solo un cuerpo de agua; es un pulmón, una vía de vida para muchas comunidades y un tesoro natural que merece ser descubierto con respeto y asombro. Navegar por él en kayak es más que una aventura: es una forma de reconectar con lo profundo, con lo auténtico, con lo que verdaderamente importa.